Durante décadas, las ciudades se han diseñado priorizando la movilidad en auto, lo que ha llevado a la proliferación de superficies extensas de asfalto y concreto. Estos materiales impermeables impiden el drenaje natural, lo que provoca la acumulación de agua y agrava el efecto «isla de calor» al aumentar las temperaturas en las áreas urbanas.
Con el cambio climático, fenómenos como sequías, tormentas e inundaciones se han vuelto más frecuentes y severos, causando graves daños a la infraestructura urbana. Para enfrentar estos desafíos, surge el enfoque de las ciudades esponja: una estrategia de desarrollo sostenible que transforma la forma en que se gestiona el agua en el entorno urbano. Este enfoque ya se ha implementado en países como China y Estados Unidos, con el objetivo de prevenir inundaciones y aumentar la resiliencia ante el cambio climático.
Más allá de mitigar las inundaciones, las ciudades esponja contribuyen a combatir las olas de calor mediante la integración de zonas verdes que mejoran la calidad del aire y reducen la temperatura. Este enfoque promueve la vinculación entre el diseño urbano y la gestión del recurso hídrico, una necesidad crítica en el contexto actual de crisis climática.
Teniendo en cuenta que las principales fuentes de agua, como ríos, lagos y acuíferos, suelen estar alejadas de las zonas urbanas densamente pobladas, y sumado al crecimiento urbano descontrolado, garantizar la disponibilidad y el uso sostenible del agua en las ciudades representa un reto significativo.
¿Qué es una ciudad esponja?
Es una ciudad que prioriza el uso de infraestructuras naturales y sostenibles para gestionar el agua, integrando elementos como jardines de lluvia, techos verdes, pavimentos permeables, humedales y parques.
Estas soluciones basadas en la naturaleza permiten que el entorno urbano absorba, filtre y reutilice el agua de lluvia, reduciendo el riesgo de inundaciones y mejorando la resiliencia ante fenómenos climáticos extremos.
Por ejemplo, los jardines de lluvia y los sistemas de bioretención recolectan la escorrentía, eliminan contaminantes y devuelven parte del agua al ciclo natural, almacenándola para su uso en riego o limpieza durante períodos de sequía. Además, la captación de agua en edificios puede disminuir significativamente la demanda de agua potable, mientras que la reutilización de aguas grises tratadas genera ahorros adicionales.
¿Cómo funcionan las ciudades esponja?
Las ciudades esponja utilizan sistemas de drenaje urbano sostenibles diseñados para absorber, almacenar y tratar el agua de lluvia. El concepto, desarrollado por el arquitecto paisajista Yu Kongjian, se inspira en el comportamiento de una esponja, utilizando vegetación y superficies permeables para absorber las precipitaciones, prevenir inundaciones y mejorar la recarga de acuíferos subterráneos.
Para ello, se emplea infraestructura verde, como áreas vegetales y pavimentos permeables, que facilitan la infiltración del agua en el subsuelo. Asimismo, estas ciudades incluyen zonas diseñadas específicamente para ser inundables temporalmente, con materiales como grava o arena que ayudan en el almacenamiento y la filtración del agua. Esta combinación de elementos no solo reduce el riesgo de inundaciones, sino que también mejora la calidad del agua al filtrar contaminantes.
El desarrollo de ciudades esponja es una alternativa práctica y efectiva a los problemas que históricamente han enfrentado los planificadores urbanos: manejar el exceso de agua de lluvia, evitar inundaciones y conservar el agua para su reutilización.
Al adoptar esta estrategia, las ciudades no solo se vuelven más resistentes a inundaciones y sequías, sino que también mejoran el entorno urbano, fomentan el contacto con la naturaleza y elevan la calidad de vida de sus habitantes.
Fuentes consultadas:
onu-habitat.org/index.php/la-ciudad-esponja
sostenibilidad.com/agua/ciudad-esponja/
